miércoles, 4 de agosto de 2010

jubilado con vaquero

El tipo es un sorete. La mujer llamó la semana pasada, después de cuatro meses, para que le vaya a limpiar. Mire que no sé cuánto voy a cobrarle, dije, y ella discutió un poco, pero con todo el otoño encima y un cacho de invierno y todas las tormentas que hubo en estos meses esa pileta iba a ser un kilombo y entonces nunca se sabe, así que me dijo que vaya igual y hoy fui y lo dejé a Maxi trabajando y volví a las dos horas y ya casi terminaba. Una pileta se limpia en 40 minutos, promedio, o sea que en dos horas se hacen 3 piletas. Llegué justo, qué suerte, le dije a Maxi, que empezaba a levantar las mangueras. Sí, justo, igual el viejo se acaba de ir a bañar. ¿Hay que esperarlo? Dijo así. Claro que había que esperarlo. Un viejo jubilado que se cree pomada, que se debe perfumar hasta el ojete, no va a salir de la ducha para pagarle al piletero. Sí, porque es un viejo que anda de vaquero, porque no son jeans, son vaqueros, los de los jubilados son vaqueros, ¿no? Anda en vaquero, y en verano va con el pecho al aire, los pelos canosos y enrulados, finitos, de viejo, alrededor de las tetillas, y una onda medio yo me las conozco todas, soy re capo. Tiene un auto rojo, re trampa, y la casa en venta desde hace varios años, que fue cuando la mujer le descubrió un fato y le pidió el divorcio. Igual viven juntos, los viejos, y tan mal no se llevan. Por lo menos adelante mío mal no se llevan. Y hasta parece que es toda una cosa rara, lo de la casa y el fato y los celos, porque mi amigo Billy, que el año pasado andaba buscando casa para mudarse, llamó varias veces para ir a ver esa casa, y nunca le dieron bola, como si no quisieran venderla. Pero el cartel de vende está, hace bastante que está. Bueno, la cosa es que uno no puede quedarse a esperar a que un viejo bacán se bañe para cobrar los 60 mangos que pensaba cobrarle así que me fui y pasé al mediodía. No estaba, o no quiso atender. Cuando no te quieren pagar no te atienden, es fácil. Así que dejé una notita para que me llame y me diga cuándo pasar a cobrar. Pero ni llamó, el sorete. Ni va a llamar, porque ahora el sacacorcho que va a tener que llamar soy yo, obvio. O esperar cuatro meses más. Viejo garca, ojalá te reviente el corazón como cuando te pegan un hondazo y te mueras así, todo retorcido de dolor mientras el corazón se te estruja, soretón.

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