jueves, 10 de junio de 2010

piedras del terraplén

Volví de trabajar a las cuatro, cuatro y cuarto. No vine directo a casa. Necesitaba cascotes para amurar los postes al piso, y como por acá la gente siempre deja alguna montaña de escombros me puse a recorrer. Vi dos montañitas, justo a la vuelta de casa, del lado del terraplén. Llegué, inflé la rueda de la carretilla. Mis hijos habían dejado fuera de lugar el inflador, pero lo encontré. El pico adaptador estaba en la caja de herramientas y como se había trabado tuve que pasarle un alambre. Inflé y salí. El sol bajaba, pero todavía pegaba un poco y tanto frío no hacía. La primera montaña estaba en la esquina, en la puerta de una casa en obra. Pensé que en una de esas necesitaban los cascotes. Toqué el timbre, tres veces, hasta que me atendieron. Sí, los iban a usar, me dijeron. Seguí. La otra montaña creo que estaba bastante más adelante, en la otra cuadra. Y en el camino encuentro unas piedritas y las junto. Después me doy cuenta de que las pusieron ahí para tapar un pozo de la calle de tierra y las devuelvo. No me dan ganas de seguir. De un lado las casas, la gente durmiendo la siesta, seguro, y del otro el terraplén. Miro el terraplén, que es una montaña de piedras sobre la que están las vías sobre las que pasa el tren, y me cruzo. Hay un caminito, pasás directo, el alambado se lo robaron hace años; yo hoy me robo una carretilla de piedras.

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